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El tapón del Miní

Este trabajo fue vuelto a editar el 15 de Enero del 2010

El Paraná Miní, que otrora conociera profundidades de salida comparables al Barca Grande -de hecho, en su interior reconoce más de 7 m.-, vió crecer el banco más allá del naufragio sin que nadie advirtiera la importancia trascendental de este episodio, que habría de cambiar toda la dinámica del frente deltario central con los impensados avances que ha registrado en los últimos 40 años; pasando Oyarvide de 250 a más de 4.500 Has; bloqueando caudales del Guazucito y del Correntoso y desviando los del Guazú hacia el corredor oriental.

El trabajo de Pittau, Sarubbi y Menéndez (INA) alrededor de estos temas, /avancesdeltarios.html reconoce estas sorprendentes transformaciones, pero no atina a formular una causa que pudiera haber alterado la dinámica del sector, pues nunca en sus presupuestos figuró la deriva litoral, ni la comprensión de capa límite térmica aplicada a esas formaciones peninsulares en las salidas del Barquita, del Barca Grande, del naufragado Ambai, del Correntoso, del Guazucito y otros cursos menores.

Tampoco en los míos antes de descubrir el naufragio en la boca del Miní y las batimetrías generadas por simples pescadores, pues el SHN nunca se había ocupado de este problema, que ni siquiera figura en la carta de 1968 H-118.

Las salidas frontales al estuario de estos poderosos cursos nunca habilitaron los desarrollos de la deriva litoral, pues la advección y caudal de los primeros no eran invitación a ella.

Pero bastó que se frenaran los flujos de salida del Miní, para que tuvieran oportunidad de generar el despegue de flujos convectivos internos positivos que ya nunca más perdieron la memoria de cuál sería su tarea para modificar todo el panorama de flujos en la zona, con visible beneficio a caudales orientales.

De hecho, los registros sedimentarios que señala López Laborde en el gráfico que sigue, mostrando las arenas que bajaban del Paraná Bravo, ahora venían reemplazados y/o mezclados con los fangos que subían del Guazú muy bien habilitados para su transporte por flujos convectivos internos (verticales) con particular capacidad de transporte.

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Una jornada que hiciera para recoger muestras sedimentarias y luego alcanzadas al Dr José Luis Cavallotto para su definición, me permitió comprobar estas sospechas que nacieron al tomar nota del tapón del Miní y desprtarse en mí la advertencia de que pudiera haberse modificado la dinámica de este frente deltario central. Ver /Jornadayregistros.html /comprobacones.html y /corredorcentral.html

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Asimismo, considero oportuno, destacar la cartografía del piloto Benito de Aizpurúa de 1867, como la más ajustada a calidad con respecto a las mencionadas por los anteriores autores. Es sin duda, la primera carta náutica exhaustiva de aquellos tiempos.

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La importancia de cultivar mirada en los flujos en las aguas someras litorales y no sólo en los avances deltarios, me llevaron a prestar atención a pequeños detalles morfodinámicos que incluyan los accidentes fondeados, cuya tangibilidad ha sido dejada siempre de lado. Alcanzan, sin embargo, la mayor importancia para explicar eventos locales; mucho más que las generalizaciones sobre sedimentaciones territoriales.

Frente al Barquita, al Miní y al Barca Grande, tenemos los pozos de mayor profundidad. Algunos alcanzan los 30 pies. Sin embargo, estas sedimentaciones locales en lugares críticos, permiten a la deriva litoral que arranca del Miní hacer un trabajo impensado en cercanía de estos flujos que siempre reconocieron depósitos de fondos arenosos y de conchillas venidos del Norte; que hoy no dudo, en los últimos 40 años han logrado hacer, sin más frenos que los desencuentros térmicos en las bocas de salidas tributarias, su trabajo envolvente en el frente deltario.

Un par de meses después de mi primer informe introductorio sobre estas áreas tuve oportunidad de viajar al Barca Grande, Miní y Correntoso, tomar muestras de sedimentos y verificar direcciones de flujo que me llenaron de felicidad, por haber acertado a describir estos procesos bien antes de pisar el lugar.

Mercedes de criterio amasadas de simples imágenes satelitales que no comprendo cómo pudieron pesar tanto las supuestas relaciones fundantes de deriva litoral en ola oblicua para bloquear en el alma de dos físicos que estudian la dinámica costera, el ofrecimiento de un CD cargado de imágenes que descartaron de plano.

Las imágenes de esta página muestran flujos en descenso. Pero aún así recuerdo, en oportunidad de estar a unos 200 mt alejados de la costa en la boca de salida del Barca Grande, cómo nuestra lancha de aprox 1 tonelada de desplazamiento -con el motor naturalmente apagado-, se desplazaba hacia el Norte a pesar de que hacía 3 horas estaba instalada una consistente bajante mostrando los camalotes circular velozmente en sentido contrario en el corredor de los Pozos del Barca Grande frente nuestro.

Este hipertexto, reedición de otros cuatro anteriores sobre el mismo tema, acerca un ajuste que justifica su nueva edición, y es la propuesta bien simple que sigue, para alcanzar solución a este descalabro, tablestacando la ribera Norte del Miní a profundidad no menor a 8 m y refulando sobre la misma ribera para evitar la carga energética que le otorga a la deriva litoral el banco a la salida del Barquita, con lo cual esta deriva quedaría eliminada y volvería el Miní a su dinámica original llevando el dragado hasta empalmar con los Pozos del Barca Grande, respetando un gradiente del perfil sumergido siempre más profundo en el veril Norte.

Por supuesto, esto implica dragar toda la boca tapada respetando, repito, los perfiles sumergidos que son propios de estos cursos tributarios del frente estuarial y para ello basta copiar el perfil del Barca Grande que reconoce en su veril Norte 7 m de profundidad a tan sólo 2 m de los juncos de esa orilla.

Lo contrario sucede en el veril Sur que muestra un gradiente de profundidad mucho más suave, de manera de no presentar resistencia de capa límite térmica a cualquier deriva que pudiera estar haciendo camino hacia el Norte que la obligaría a depositar su carga sedimentaria en ese lugar.

Esta geometría de las bocas de salida frontales al estuario nos enseñan una buena lección que espero sea considerada si no quieren ver más flujos desviados al sector oriental con tanta gratuidad.

Esos flujos del corredor de los Pozos del Barca Grande serán los que otorguen salud a la ribera Norte de la nueva área peninsular que aflorará por los refulados temporarios de una repuesta draga de corte que desde hace poco más de un mes opera en el Emilio Mitre a la espera de dragar en la obra del puerto metanero de Escobar.

Agradezco a mi Querida Musa Alflora Montiel toda su inspiración

Francisco Javier de Amorrortu, 2 de Octubre del 2010

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