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Perfiles costaneros urbanos afectando a un cordón litoral tan ausente como la pobre consideración de su comportamiento termodinámico; desde San Isidro hasta Dock Sud Imágenes de las capas límite y vectorial en la inmediata ribera urbano estuarial Estuary, strand plains and its internal convective flows. Urban shore profiles affecting a practically absent strand plain and an ignored understanding of its thermodynamical behaviour; from San Isidro to Dock Sud Images of the closest estuary border and its boundary and vector layers
Hidrotermias que luego de hablar un poco de ellas, me remitiré a secuencia de imágenes, que a lo largo de 16.300 mts. recorren en camino ascendente, las riberas más inmediatas a la costa de Buenos Aires. Desde la salida del canal Sarandí al Sur del Dock Sud, hasta las tomas de agua para consumo, en Nuñez. Habiendo observado en el estuario interior, "derivas litorales" que no me parecían suscitadas por oleaje oblicuo alguno, (tal el caso del espacio que media entre el Barca Grande y la isla de Oyarvide), comencé a prestar atención a todas las derivas litorales, desde Mar Chiquita hasta el Delta Central; y advertí que era a partir de la salida natural de un tributario, que se comenzaba a manifestar esa deriva, ese drift, ese treiben, ese irse de costado y no salir de frente como nuestros mecánicos de fluidos con sus obranzas pretenden; y las huellas de esas salidas siempre quedaban prolja y extensamente reflejadas en la forma de un cordón litoral. Cordón que estaba ausente en todos los casos de las salidas obradas por el hombre, o forzadas por el hombre, tal el caso del Riachuelo. Comencé aquí a dudar del catecismo de mecánica de fluidos y retomé la sospecha que había tenido el primer día que advertí las conformaciones de salida de todos los tributarios estuariales, ya del frente argentino, como del uruguayo. No me conformaba con la famosa teoría del oleaje oblicuo, ni cosa parecida. Luego me percaté de las formas que iban adquiriendo las islas del corredor central como Matón y Oyarvide. Y en particular sus extensos campos sumergidos. Y ya no me cupo duda. Tan extensos episodios, tan estables, no me hablaban de las emociones de las olas y tormentas; y mucho menos de energías oblicuas en un corredor de flujos como el de la Barca Grande. Me fui hasta la boca del Correntoso, del Miní y del Barca Grande provisto de algunos utensillos para tomar muestras sedimentarias; las traje; las hice catalogar por un experto en estratigrafías deltarias: no bajaban del Norte, sino que subían del Sur. Advertí cómo soplando viento suave del NE mi lancha derivaba por la ribera deltaria hacia el Norte cuando el Barca Grande hacía tres horas que marchaba con furia hacia el Sur; y ya no necesité más que buscar la explicación a estas miradas concretas, que fueron acumulando y confirmando, una tras otra, todas mis sospechas. El eureka como siempre, se manifiestó en un instante; sin embargo, alcanzar a exteriorizar medianamente una explicación, me llevó un poco más de tiempo comenzar a darlas. Siempre sentí que estaba en buen camino. Y es el que sigue. Un hijo tributario de un campo de energías enfrentadas cada día, resuelve marchar en la dirección que manda su pariente mayor. (no precisamente los flujos en descenso) Y esta es la advección mareal. Que se manifiesta con olas o sin ellas. Da lo mismo. Por ser un estuario de muy baja profundidad, con grandes transportes sedimentarios y caldos en tan bajas riberas, era dable imaginar que estas dejarían por todos lados huellas de sus transferencias de energías. Y amén de aquella señalada de los perfiles sumergidos de Matón y Oyarvide, todos y cada uno de los cordones litorales me fueron convectando internamente mi propia calentura en ellos. Su dirección siempre coincidía con la advección mareal; que ya no importaba si había olas o no las había: si eran del sudeste en la costa uruguaya o en la argentina. Poco importaba. Porque siempre eran salidas estables y perdurables a través de los milenios y a traves de las horas del día. Las únicas emociones eran las mías. Los cordones litorales con sus perfiles cuspidados como si fueran bordados por un hada dueña de todos los equilibrios y la calmas chichas, resultaron determinados por una capa límite térmica que separaba la salida del tributario marchando paralelo a la advección mareal; y en adición, separado de su agua más fría, por ese mismo perfil cuspidado que se había ocupado con su capa límite térmica, de sedimentar allí; con el mayor cuidado que ni un hada mejor haría. Luego de marchar paralelos todo el tiempo y distancia que fuera necesario, comenzaban a acercarse al gradiente térmico apropiado para comenzar a convectar externamente esas aguas tributarias; tanto a sus vecinos reflujos mareales, como a los simples flujos en descenso; y allí el cordón comenzaba suavemente a curvarse, para luego desaparecer. Ninguna ola, ninguna deriva litoral generada por ellas; sino precisamente todo lo contrario. Olas, derivas litorales y hasta convección atmosférica eran suscitados por estas energías que he dado en llamar "hidrotermias". Áreas que reconocen prolongadas convecciones internas en una banda acotada por un cordón cuyo ancho normalmente no debería superar los 150 a 180 mts. Y es tan universal y extendida esta transferencia de energía, esta convección interna dentro del cordón, que nunca hubo necesidad de ponerle nombre. Pero cuando vemos que estas áreas tienen anchos de banda kilométricos y andan a las perdidas sin saber para dónde rumbear, necesitamos ponerle nombre, y este de "hidrotermias" es el que les dimos. Que aunque esta expresión se ha usado hace más de un siglo en medicina y en otras ciencias, no es exclusiva y me resulta útil para apuntar a una protectora energía que normalmente reconoce límites en un corredor de flujos costaneros (no es el caso del rincón de San Isidro), que se manifiesta primariamente en áreas inmediatas a las riberas. Disociadas hidrodinámica, térmica y muchas veces hidroquímicamente de las advecciones mareales; pero empujada por ellas y caracterizada por su mayor temperatura y sus oportunas transferencias de energías; primero dentro del cordón de salida del tributario, y luego fuera de él, cumplen como mínimo un par de valiosos roles: el 1°, sacar, drenar sin atropellos; derivando, yéndose de costado; a los tributarios al estuario; y el 2°, proteger las costas de las olas (a las que acerca oblicuas); y de las inmediatas convecciones externas; que arrancarían la arena de las playas como ocurre en las imágenes de la costa de Mar del Plata y de Necochea; situación que ocurre cuando estas hidrotermias, amén de magras, son bastardeadas en la prolijidad de los perfiles ribereños; impidiendo la formación de los cordones que reclaman mucha armonía para gestarse. Ver informe evaluatorio de las obranzas de escolleras en la costa atlántica
Estas "hidrotermias" incluyen las aguas tributarias y las aguas más inmediatas de las riberas; en particular, esas que circulan con buena memoria en su sendero interior al cordón litoral. Diferenciadas las primeras en su temperatura; que a su salida convectan internamente en las aguas ligeramente menos caldas de las riberas; recorriendo el cordón litoral que durante siglos ellas mismas se ocuparon de bordar; repito, merced al cuidado natural de su capa límite térmica; hasta alcanzar, sin prisa y sin pausa, ese gradiente comunicacional que al fin enciende el despegue convectivo externo; para cederse trasnversalmente. Aprecio mucho sumar breves explicaciones a esta mirada y descarto que no haré otra cosa que seguir mirando y hablando de ellas. Reitero, si no hubiera áreas tan extendidas en sus anchos de banda, ninguna necesidad tendría de hablar de ellas. Y hablo de ellas, porque son ellas cuando me muestran esos anchos de banda desmedidos, que allí hay problemas. El hablar de ellas también me permite comparar y así advertir, cuando son magras, qué valiosas son sus presencias. Por estas variadas riquezas repito: el viejo catecismo no es de mis apetencias. Que por ello tampoco, de los que han pasado la Vida siguiendo sus obligadas guias, esperaría complacencias. No obstante estos desencuentros de opiniones tan encontradas, ya tenemos "dos" opiniones. Y de estas diferencias, al menos "mi alma, ya tiene con qué entretenerse". Por supuesto, nadie imagina las sorpresas que me he llevado de ver las torpezas de las obranzas de salida realizadas por el hombre con las otras guías. Trataré entonces de ilustrarlas con imágenes, para que ellas hablen. Francisco Javier de Amorrortu . 6/8/07
Imágenes Estas transferencias convectivas internas de energía dentro de los flujos advectivos mareales que dan lugar a la formación de los cordones litorales, por primera vez me son dados a observar merced a los servicios de imágenes satelitales del Google, y han sido en su mayoría, capturadas a una altura de 889 m La primera lo fue a 711 m; la última a 1030 m. y las dos anteúltimas a 3230 m. Sus resoluciones, facilitando la aplicación de zoom nos permiten observar con mucha precisión los vientos predominantes del NE reflejados en el oleaje; A solicitud, entregaría estas imágenes con una resolución cuatro veces superior para ver con mayor claridad estos detalles de vientos y mareas. Las mareas, en todos los casos se manifiestan en pronunciada bajante. Tal cual lo muestran las plumas de salida de contaminantes del canal Sarandí una vez que alcanzan a escapar de las cercanías de la capa límite. Es muy interesante observar el comportamiento de salida de esta pluma, pues reproduce las condiciones originales de salidas al estuario de todos los tributarios desde tiempos remotos, otros que no sean los del frente deltario. Salidas que siempre fueron atribuídas al oleaje oblicuo generando la llamada deriva litoral, pero ignorando al parecer estos hechos que superan a simple vista esos marcos conceptuales. Como ya he expresado en reiteradas oportunidades, han sido estas plumas las que me revelaron las fuertes hidrotermias presentes en nuestras riberas; en especial, en aquellas áreas donde han sido bastardeadas las líneas de ribera afectando los corredores naturales de flujos costaneros que siempre obraron como cenicientas de las riberas. En esta pluma, la alta viscosidad de los vertidos permite sus ascensos sin la más mínima dispersión. Dispersión que sólo se alcanza luego de recorrer unos 400 m; empujada más allá de esta franja de hidrotermias de 160 a 180 m de ancho, por el contínuo empuje de los vertidos. Es así que entra en contacto con el corredor natural de flujos costanero aquí presente, para alcanzar a poner fin al proceso convectivo interno y, tras un violento giro de 180°, comenzar su inmediata convección externa y de aquí comenzar a gestar su dispersión. Estas áreas de la costa urbana Sur aparecen algo más frescas que las centrales y por ello la orientación del oleaje responde a un preciso viento NE. Merece en esta imagen también observarse el gradiente de compresión que manifiestan estas ondas de salida a través de la capa límite, al enfrentarse con las que van yendo de salida ya invertida, por el corredor natural costanero allí activo. Aprecios caben a sustanciales diferencias de viscosidad y a sustanciales diferencias de tensión interfacial molecular que hablan tanto de una capa límte térmica, como de una capa límite hidroquímica. Cuestiones que bien exceden a una mecánica de fluidos. A ellas, aquí en la imagen siguiente, se suma la presión del oleaje. En las áreas inmediatas a la izquierda de la imagen vemos las salidas polucionantes de hidrocarburos del Dock Sud, bien al lado mismo de esta pluma. Allí cabe observar, más allá de la diferencia cromática debida a la diferente resolución de imagen, la modificación sustancial de casi 30° en la dirección del oleaje, que aquí imaginamos forzada por la fuerte convección interior de estas energías que en los flujos advectivos de los cordones litorales, desencadenan las hidrotermias. Asimismo es dable observar la comprimida frecuencia de este oleaje al acercarse a la costa, donde las temperaturas cohesionan la pluma, absorbiendo toda manifestación de oleaje. Debido a las alteraciones en las líneas de ribera de la parte superior del Dock Sur, quedó arrinconada un área donde el corredor de flujos costanero moribundo aparece ninguneado por la enérgica convección interna que aquí no permite dispersión alguna; haciendo estas plumas sorprendentes viajes ascendentes que llegan hasta Dársena Norte En el desarrollo de todas las imágenes de esta presentación, he vigilado la conexión de sus secuencias, de manera de permitir su seguimiento sin interrupciones visuales. Las mismas plumas nos permiten acreditar su verificación. A 3.500 metros de su salida esta pluma luego encuentra el espigón de salida al Sur de la Boca del Riachuelo (ver imagen siguiente). Comprimiéndose en el mismo rincón del muelle y torciendo nuevamente el frente del oleaje al NE, por la obligada interrupción que impone este muelle a los flujos advectivos potenciados por energías convectivas desencadenadas dentro de estas hidrotermias. Y cuya frecuencia de compresión disminuye con coherencia debida a la profundidad del canal que encuentra al trasponer el extremo de este muelle. Del lado interior del muelle es interesante observar el flujo que pareciera responder a un pequeño vertedero en su rincón inferior, manifestándose en buenas condiciones para escapar y fluir hacia el NE, orillando ligeramente el veril Sur del canal de acceso al Riachuelo. No ocurre lo mismo con la salida que corresponde al propio Riachuelo. Aquí las resonancias del oleajes descubren una curva que habla de la presión exterior del canal de acceso Sur que ingresa al Riachuelo, impidiendo con simple marea en descenso y suaves vientos del NE, la salida de sus flujos. Sólo descubrimos una tímida actividad superficial de tres o cuatro plumitas que no alcanzan siquiera a asomar su nariz. Sin duda, las contrastantes temperaturas en el área del canal descienden la eficiencia convectiva que asistiría naturalmente las salidas. La dirección del viento y la dirección a que apunta la boca de salida nos regalan el anticipo de cuánto debemos cuidar estas energías y de cómo debemos orientar las salidas del Riachuelo, para rescatar el natural provecho que suman ambas. Es en el veril Norte del canal de acceso con profundidades sustancialmente menores a las del veril Sur, donde vemos a las convecciones internas retroalimentando advecciones a contrapelo de los linderos flujos en descenso y reponiendo su asistencia a la salida de algunas tibias plumitas. Energías que inmediatamente al Norte de la boca de salida, ya se manifiestan de nuevo bien crecidas. En las reverberaciones que se manifiestan en el rincón inferior izquierdo de la imagen descubrimos los pequeños desencuentros del oleaje en un sentido, y los empujes de estas energías en el contrario. Interesante observación que se repite no bien trasponemos la pequeña península que aflora de la reserva ecológica. Aquí las hidrotermias dominan una extensa área. Áreas que vieron desaparecer los canales naturales de flujos costaneros. La salida del vertedero en la prolongación de la calle Humberto 1° encuentra clara resistencia para escapar al estuario El par de plumas que aparecen ascendiendo corresponden a las que vienen subiendo del Sur. Sólo una finísima pluma de este vertedero encuentra salida arrastrándose pegadita a la ribera Norte. ¡Qué interesante es observar la compresión y forma curva que indica la dirección de la presión impidiendo la salida de este vertedero, en estas simples y tan frecuentes condiciones del estuario! Esas tibias plumitas de este vertedero siguen pegaditas a la costa y ascendiendo. También las otras que vienen del Sur; sin necesidad de pegarse a la costa, pues el área de hidrotermias aquí es bien extensa. Es en el rincón superior izquierdo, superando y cuidando esa pequeña curva, donde proponemos abrir y reponer la Boca original de salida del Riachuelo. En estas áreas inmediatas al Sur de la nueva salida, me parece conveniente mantener bajas sus profundidades, de manera de reforzar las hidrotermias que asistirán con su energía redoblada la salida de los flujos también ascendentes de la nueva salida del Riachuelo, que así volvería a recuperar su modus operandi original.
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