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En el caso del Riachuelo resulta precisamente lo contrario: ninguna sensibilidad, ninguna receptividad y ninguna compasividad. Esto es debido y prueba final de que el Riachuelo hace dos siglos perdió sus flujos y con ello, sus aguas. Hoy hospeda sustancias apreciadas por bacterias anaerobias que retienen su reinado desde hace 135 años
Sigue a mi presentación del 7/9/06 y a políticas macro para el Riachuelo Breves comentarios que acerco al Gobernador a pocos días de subir esta página Estimado Gobernador, cuando Ud. anticipa salida a emergencia sanitaria en dos años, nos planteamos varios interrogantes. ¿Cómo lograrlo si todavía no se ha escuchado hablar una sóla palabra de las políticas macro que contemplen las nuevas localizaciones de las empresas petroquímicas; los ajustes a la legislación que precisen relaciones de los valores guía que establece la ley de residuos peligrosos respecto de los flujos de los cuerpos de agua donde se pretenden volcar; los tremendos ajustes a los parámetros que guien los desarrollos de las nuevas instalaciones de estas empresas, a fin de ponerlas al orden del día como en sus naciones de origen; la consideración de sus inversiones, de sus pérdidas y las que no quepan considerar como tales dado el alto grado de amortización de la mayor parte de tan antiguas instalaciones; las infraestructuras que habrá que proveer para sostener la viabilidad de la nueva área de traslado; y finalmente la recuperación de los flujos del Riachuelo, que de lo contario permanecerá igual que un cadáver esperando su incineración. Cuestiones que sin sacarlas a relucir, hablan más de ignorancia u ocultamiento de no sabemos qué, que de sinceridad alguna; siendo estos temas, tan fundamentales y tan imposibles de esquivar. Todo lo que hizo el Comité Ejecutor en materia de información y proyecto bien pudo haber atendido cuestiones propias de la cuenca de mirada micro. Pero si el problema no empieza por determinar a dónde y cómo mandar a instalar a las empresas del Dock Sur y cómo recuperar las energías hidrodinámicas del Riachuelo, ningún plan alcanzará a avanzar un milímetro. Sin importar en lo más mínimo la montaña de dinero que inviertan en sus intentos. Si no entendemos estas cuestiones, es inútil que los comités de cuenca se precien de tener reglamentación y poder de policía para apurar y sostener cambios con la prudencia que sea. Se gastarán la lengua en amenazas y ruegos. Suponiendo que la consultoría de estrategias localizativa, legislativa, acuerdativa y financiera estuviera ya dispuesta, éste sólo primer movimiento de piezas demoraría verlo comenzar a marchar, no menos de 30 meses. Para prometer y ser creible no alcanza con ponerse a negociar con las empresas, si antes no se avisora claridad en las propuestas macro y micro. ¿Cuál es el motivo que pudiera habernos mantenido en desconocimiento de la mirada macro a estos temas? Tengo la sospecha que este tema ni siquiera está en cartera. Por ello me daré a considerarlos desde la soledad de mi cueva mirando por el satélite y la originaria boca de salida del Riachuelo. En ambos temas, tanto el de la nueva localización, como en el de la recuperación de flujos, mi mirada estará puesta en sus materias y energías: 1°) en las advecciones mareales que entran por la boca del Riachuelo; 2°) en el estrecho y originario corredor de flujos de salida de este tributario hacia el estuario, hoy perdido; 3°) en la capas límite térmica e hidroquímica, dado que esto se parece poco al agua que habrá de dispersarla. Que sin aprecios a estas ámbitos donde, de la transferencia de energías depende la Vida misma de los flujos, es inútil que hablemos de los trastornos que provocan nuestros usos y costumbres en materia de vertidos. Este tema de los vertidos demorará cien años en acomodarse con usos y costumbres tan arraigados. Pero el tema de la consideración a los flujos no tiene que ver con usos y costumbres; no es una cuestión política,. ni social, ni económica. Saliendo a la búsqueda de una localización para las nuevas instalaciones de las petroquímicas, lo hacemos buscando el lugar menos afectado por cercanía humana; y al mismo tiempo, más cargado de energía hidrodinámica, estimando con mucho aprecio la calidad de los vectores resultantes en reflujos. Y ese lugar lo sentimos manifestarse bien visible en las mismas riberas que van de Punta Indio a Punta Piedras. Allí apreciamos un estrecho y potente corredor de flujos costanero, tal vez el más rico y concentrado del estuario. Con la ventaja adicional que pareciera circular todo el día sin verse mayormente afectado por los reflujos; que al subir estas advecciones en dirección SSO-NNE, impulsados y guiados por las derivas hidrotérmicas del sector Norte de la bahía de Sanborombón, conducen y casi diría, arrastran los flujos en esta misma dirección, todo a lo ancho de la boca del estuario; sin ejercer las advecciones mareales, repito, presión directa sobre ese particular rincón costanero Norte de la Punta Piedras; que reconoce por ello, una erosión incomparable. Me gustaría conocer un mejor lugar, pero dudo que sea posible encontrarlo con tan precisas y particulares características. Correntoso, despejado y convenientemente cercano a los consumos. Verónica es la población alejada más cercana.
Enrique de Gandía, que hace 70 años publicara un estudio sobre la boca del Riachuelo, obra hoy agotada y por mi reeditada y subida a la web, señala en su capítulo VIII que la boca llamada “del trajinista” se abrió para sorpresa de todos en Mayo de 1786; y añade que “tal salida permitía el paso rápido de la corriente”. Demasiado rápida fue la conclusión del estudioso Gandía. Atribuye Gandía esta forzada búsqueda de salida al hecho de verse a poco rellenada su salida original hacia el Norte. Recordemos que esta salida natural se abría al ingreso de las naves, aproximadamente a la altura de la calle Humberto 1°. No advierte Gandía que la simple presencia de naves fondeadas en las cercanías de la curva que salía al Norte generaba estos detenimientos en los flujos que así fueron provocando la mayor sedimentación que lo cegaba. Tampoco Gandía hubo advertido que todas las salidas de tributarios estuariales, poco antes de salir al mismo, muestran sus cursos remontándose en ajustados cordones litorales, que siempre fueron respuesta a las advecciones mareales. Potenciadas en adición, por convecciones internas dentro de la misma banda de hidrotermias, siempre desestimadas. Pero nunca en salida directa a 90°, como tampoco hacia el Sur. Estos comportamientos han sido observados por nuestros físicos aplicados a la dinámica costera, a través del catecismo conceptual de la deriva litoral y del oleaje oblicuo. Sin embargo, a esta altura de lo que muestran las imágenes, me parece necesario desarrollar más ajustada intelección. Los fenómenos observables en las plumas de salida de los vertederos de los canales Sarandí y Sto. Domingo, a pesar de ser obras humanas de poca data, nos regalan muestra de comportamientos a contrapelo de los flujos en descenso y suaves vientos del NE, en donde nada tiene que ver el famoso oleaje que dice justificar ese viejo concepto de la deriva litoral, de exagerada y nada gratuita aplicación universal. La ampliación de una de estas plumas, muestra cómo a la salida aparece rumbeando al NO bien cohesionada, para luego de recorrer unos 500 m, una parte de ella, comenzar a convectar al exterior de lo que sería el cordón litoral virtual de salida; encontrando los flujos en descenso que la tuercen de inmediato en violentos 180°, para comenzar a dispersarse. En las capas límite térmica e hidroquímica, las moléculas de agua quedan detenidas y obviamente cohesionadas, convectando por un gradiente térmico apropiado, dentro de la misma banda de hidrotermias. Repito, sólo convectan hacia la corriente de agua más fría, cuando un más suave gradiente térmico entre ambas bandas hace posible el despegue convectivo transversal que las lleva a dispersión. De cualquier manera, estas imágenes no hablan de los brutos destinos de esta pluma si los flujos y los vientos acompañaran los reflujos. Pero aun así, en condiciones de vientos del NE y marea en bajante, la imagen que sigue nos muestra la formidable energía de estas bandas de hidrotermias en la zona aledaña a las riberas del Dock Sud, llevando los flujos de salida del Riachuelo en dirección apuesta a los flujos en descenso. La convección interna de los flujos de salida dentro de un virtual cordón litoral afirma la hipersincronicidad de las advecciones mareales. Si uno imagina que la amplia boca del Riachuelo facilita sus flujos, como lo imaginara Gandía, sólo está descubriendo que nunca comprendió las características peculiares que enriquecen y hacen posible la entrega de estos tributarios las 24 hs del día. El Riachuelo actual sólo tiene opciones a fluir bastante menos de 12 hs por día. Y las simples comunes virazones del viento por las tardes al este y al sudeste ya complican, más allá de los horarios de mareas estos flujos. Ni hablemos de lo que ocurre cuando por días enteros se establecen los sudestes. Fácil es de estimar entonces, que el promedio horario de flujos no alcanza las 8 horas diarias. Algún informe dice que el caudal medio en invierno es hasta seis veces superior al observado en verano: a la altura de Ezeiza el caudal medio invernal del río Matanza es de 259.000m3/día; mientras que en verano -para el mismo sitio- apenas llega a 43.000 m3/día: al tiempo que la velocidad asociada es de 0,10m/seg. (La pendiente promedio: 0,35m/km.) Traducido a segundos: 3 m3/s en invierno y 0,5 m3/s en verano. Aun así, estas miserables cifras tampoco acreditan que el escurrimiento sea por la salida abierta al estuario. Con el tapón hidrodinámico que visualizo, más me doy a pensar que los flujos marchan por los mantos filtrantes ya supersaturados. En adición de problemas, las arcillas impermeables que recubren el querandinense están muy cerca de la superficie. Y en estas condiciones, pretender la depresión del manto freático es torpeza inútil. La cuenca funciona como un circuito cerrado. En las imágenes satelitales se advierte como los flujos del Riachuelo aun tienen memoria de su salida por la curva que va hacia el Norte por las dársenas. Lamentablemente, ese tramo y su salida han perdido sus aptitudes naturales. Y es aquí donde siento caben sugerencias a reponer estas naturalidades. Apunto en principio a reconstrucción del curso natural, asistido por diseño en laboratorio donde se estudien disociación molecular hidroquímica, disociación térmica y procesos de convección interna acoplados a la deriva litoral. La muerte de los flujos del Riachuelo está en adición bien acreditada, repito, por la noticia que nos señala que su fondo sube 8 cm por año debido al enfrentamiento en su interior con las frías advecciones mareales. A ese régimen de depreciación de su curso, los problemas de la cuenca tendrían que ser ya mismo reformulados. Una colegiatura de ciegos vería bastante más claro que nuestros científicos aplicados hoy a esta cuestión. Esta imagen que sigue nos acerca referencias de lo que doy en llamar efecto Alflora, buscando de suscitar estímulos para potenciar salidas a los flujos las 24 horas del día. Existen muy oportunas áreas (reserva ecológica) en las inmediaciones, para recuperar y calificar con esas obranzas, sin perder su condición de reserva Que hoy de natural imagino tiene poco, por los floculados apestosos y rellenos que la conformaron. El ingreso calificado de los reflujos reclamaría la consideración de modelado en laboratorio termodinámico para ajustar la profundidad y el caudal en las distintas épocas del año y distintas horas del día; que así adecuando el gradiente térmico, asista tanto la convección interna, como la posterior externa. Lamentablemente, un laboratorio de mecánica de fluidos resulta obsoleto para estas intenciones. Y el del INA en Ezeiza lo es.
Tanto penetraron a partir de Mayo de 1786 las energías mareales por la nueva boca abierta al Este, que sus enfrentamientos con las aguas que descendían resolvieron dejar huellas de sus desencuentros gestando la Vuelta de Rocha. Allí, en el interior, a 3.000 metros de la salida se enfrentaban flujos y reflujos. Y en adición, por capa límite térmica allí se depositaron las enormes sedimentaciones que conoce el lugar. Tres kilómetros de tapón que ameritan de sobra darse al intento de recuperar la salida natural perdida. Cuenca de 224.000 hectáreas ocupadas por 4.885000 habitantes, la mayoría sin cloacas y sin agua potable y con el sólo recurso de beber el agua envenenada sin límites de las napas. Todo este universo humano y natural, tratando desde hace 200 años de fluir por este intestino delgado que descubrió hace ya más de siglo y medio su eventración en la Vuelta de Rocha. Eventración provocada por el encuentro de energías sin conciliación; esperando que alguien lo descubra y le devuelva sus flujos naturales; aunque vengan apestados. Hoy es un simple pozo negro, inmenso y a cielo abierto; que aun así, no vemos. El que imagina que ésto se arregla con plata dulce y presión... no tiene imaginación. La plata dulce sólo induce al curro; y la presión sin educación es más mortal que el Riachuelo. Los Ministros de la Corte tienen que incorporar toneladas de criterio y la ciudadanía también. Un pozo negro de más de 200 años que envenena al 13,5 % de los habitantes del país reclama una gestación de solidaridad y sinceridad, que sin educación es imposible. El Riachuelo es para esta Nación, aunque siga ninguneado su holocausto velado, algo bastante más grave que el SIDA, el cigarrillo, los accidentes de auto y la inseguridad. Conforme el regalo de la Musa Alflora desde su inefable pobreza, asistencia inmaculada a un presente, así contrastado, incomparable. Francisco Javier de Amorrortu, 7/9/06
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