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Laguna Garzón

Estos espejos de agua inmediatos vecinos a las riberas atlánticas reconocen aportes tributarios de apropiada energía gravitacional que al llegar a las zonas bajas aún no han formado el circuito de meandros -baterías convectivas-, que les hagan avanzar. Al mismo tiempo, esos suelos reconocen la suficiente infiltración para resolver excesos. Por tales motivos, sus muy delicadas salidas oceánicas reclaman originario entendimiento y debido respeto.

Recuerdo que el origen del estrecho territorio que las separa del mar ha sido formado por precipitación sedimentaria provocada por capa límite térmica, dejando sólo una pequeña salida que guarda correspondencia con la deriva litoral y cuyo ancho está relacionado con el ancho entre los bordes cuspidados de los cordones litorales; esto es: entre 150 y 180 m de acuerdo a los caudales tributarios.

También recuerdo la importancia que tienen estas aguas caldas de las lagunas asociadas a la deriva litoral de importancia medular para evitar las erosiones de las playas, que con delicado gradiente térmico las monta sobre su espalda para sacarlas, al tiempo de ver su entropía potenciada por esa toma de temperatura que prolonga sus destinos. Los enlaces termodinámicos de estas salidas y la función y origen del cordón litoral sumergido que la conduce por el seno que lo separa de la playa seca, reclaman entendimiento muy distinto del tradicional mecánico apoyado en olas oblicuas y vientos.

Los enlaces dinámicos de estos sistemas son el punto de arranque de los fenómenos que asisten nuestros sentidos y nada exijen a nuestra razón antes de dejarnos perplejos.

Ya he señalado en infinidad de oportunidades la sensible disposición de las aguas para disociarse ante mínimas variaciones de temperatura. Y estas lagunas expuestas a las frescas brisas nocturnas y a los ingresos de las adveciones mareales invitan a precipitar sedimentos propios de esas franjas de dunas sostenidos con dificultad en escasas energías convectivas. Aunque he visto excepciones como la última que en forma natural o accidental -váya uno a saber-, propone la laguna de Rocha que en aguas someras aparece desarrollando extraordinarios recursos convectivos, incluso para buscar una salida muy mal asistida por pobreza de deriva litoral aturdida que la invita a tomar inapropiado camino.

Las aguas someras de estas lagunas favorecen la formación de los indispensables meandros; y también las aparentes obstrucciones de salida para luego desarrollar en ellas esos maravillosos recursos convectivos propios de los esteros que dan Vida a los procesos convectivos. Esto es lo que muestra la imagen superior. Procesos que no admiten la más mínima intervención del hombre que nunca supo sacar partido de estos procesos.

Las imágenes que siguen muestran matices de esos desarrollos morfológicos termodinámicos demasiado complejos para entenderlos desde primarios mecanicismos. Allí no hay olas oblicuas que expliquen la formación de esos cordones internos.

 

Como bien se advierte en estas imágenes, la riqueza de los procesos de sedimentación es muy activa por las alteraciones que contrastan temperaturas, tanto de las aguas que bajan de los tributarios, como de las que permanecen encerradas en la laguna y se ven afectadas por advecciones mareales subsuperficiales.

Si las energías convectivas en ese espacio estuvieran estimuladas por la actividad de una salida apropiada, otro sería el resultado.

De cualquier manera tenemos que estar preparados para estimar estas transformaciones y arriesgar intervenciones reparadoras de salida, si queremos mirar por la salud de las playas a las que estos flujos ayudan. Hoy todas las salidas de estas lagunas están arruinadas. Es funamental asistirlas y para ello, primero entender sus riquezas.

La ribera de enfrente de esta laguna se expresa así:

Observaciones en el área del propuesto cruce.

El espacio intermedio muestra la fuerte dinámica interna provocada por capa límite térmica en aguas que sin remedio se mantienen disociadas, muy a pesar de los enunciados de la 2ª ley de la termodinámica que quedaron en deuda con estas realidades.

Incluso a la misma dirección de salidas hacia el Norte le cabe en suerte conocer temporadas en donde la corriente cálida del Brasil se arrima a estas costas desplazando las exhaustas energías de la corriente de Malvinas y de los flujos marino estuariales del corredor Alflora, provocando en ellas confusión que pronto deja de ser funcional a enlace a deriva litoral de sostenida memoria convectiva.

Tal el caso de la salida de la laguna Garzón que tras perder su boca de salida natural hacia el Norte, conformó cordón litoral apuntando al Sur.

El compromiso de la deriva litoral con la salud de las playas ya lo he expresado en un par de oportunidades y volveré a repetirlo tantas veces como parezca oportuno y necesario. Y en este caso lo es por los favores que regalan las imágenes.

Así por caso, después de esta larga imagen que sigue mostrando la propuesta de reserva litoral atlántica mínima, reiteraré ese texto.

Reiteración de cosmovisión

Se ha desprotegido y destruido a la primera línea de médanos donde los escurrimientos territoriales deben evitar modificar el delicado enlace frontal y trasero del ecosistema playa; pues de ese enlace depende que se preserve la playa de la erosión; que en este lugar alcanza los 300 m distantes del mar.

Comentario a este punto: En la intimidad del recurso natural “playa” se descubren sumergido y emergido, dos senos – CAVIDADES - longitudinales paralelos a la línea del mar. El primero (sumergido) hospeda la energía del tributario- RIO, ARROYO, buscando de resolver su ordenada salida al mar.

El segundo (emergido) hospeda los flujos de escurrentías territoriales que no deben volcarse directamente al mar pues provocarían por diferencias térmicas un proceso de transformación de los flujos convectivos internos que marchan por el cordón sumergido en la forma de una “deriva litoral”, para transformarlos en convectivos externos, responsables de la erosión.

Ese primer seno ligeramente sumergido es el que reconocen las playas “sanas”, que más allás de él permiten ver a bañistas bien alejados de la costa con el agua por la rodilla o aún menos. Esa mayor altura es la del borde cuspidado del cordón sumergido que reconoce su antiguo correlato en lo que damos en llamar playa seca.

El uso de las playas modifica el perfil de los cordones emergidos y de los senos emergidos pasándoles una simple motoniveladora. Esa tarea tan inocente y elegante y práctica y varios etc más, es devastadora para el sistema de enlaces cuya principal mirada debe estar puesta en evitar el acceso directo de las escurrentías al mar. Para eso estaba el seno emergido cumpliendo su rol.

La alternancias de cordones litorales, formados por la natural sedimentación y senos, suele estar en el orden de los 150 a 180 mts (entre cordón y cordón –seno por medio).

 

Favoreciendo la escala real aparecería aprox. así

Más favorecida aún así se muestra:

El enlace ecosistémico se realiza entre el último cordón aflorado (playa seca) y la deriva litoral -circulación paralela a la costa que marcha dentro del seno sumergido-.

Los flujos que transitan por esta agua no son laminares como dan en llamar los mecanicistas, sino turbulentos según su jerga. Que para los algo más avezadados –que se cuentan con los dedos de una mano-, ya son “verticales” turbulentos.

Para aquel que cultiva mirada a estos temas desde termodinámica de sistemas naturales abiertos olárquicos, estos flujos reciben como denominación la de convectivos internos naturales positivos. Reconociendo el mismo intercambio vertical descubierto por Henri Benard en el año 1900.

La condición positiva refiere del perpetum mobile de estos sistemas gracias a los enlaces, a la condición olárquica que exhiben todos los ecosistemas. Un ecosistema sin enlaces deviene negativo. Esa es la condición que justifica el concepto de entropía; el mismo que exhiben los sistemas de cajas adiabáticas cerradas.

Las novedades de los enlaces ecosistémicos arrasa con los límites previstos por la segunda ley de la termodinámica y devuelve el concepto de entropía a la matriz primigenia de los griegos que reconocía infinitos intercambios entre materia y energía merced al estímulo primero de la energía del Sol calentando a la Tierra fría en un menú enorme de transiciones.

Acerco la raíz indoeuropea *trep- volver, girar; en sánscrito, trápate cambiar de sitio; en griego entropia, “cantidad que se mantiene constante en un cuerpo tras sus diferentes transformaciones”, como expresión que apunta al movimiento perpetuo en brazos de Natura reinando por doquier e imposible desde modelo aislado considerar viable. Por su enorme y no interrumpible escala, resultan imposibles de modelizar. La imagen surrealista que sigue pinta esa imposible intención de los mecanicistas queriendo acoplar sistemas después de haberlos separado. Nunca entendieron que en el enlace, en el encuentro termodinámico, está el secreto.

. . . . . . . . . .

Si el escurrimiento queda colectado en el antiguo cordón emergido, el agua sólo alcanzara el borde del mar a través del lento proceso de infiltración en la arena, evitando un contacto brusco en términos de diferencias térmicas. Estamos hablando de 2 o 3 décimas de grado. Esa diferencia es suficiente para cambiar el régimen de interno (flujos verticales o convectivos internos paralelos a la costa), en externo (flujos transversales o convectivos externos), que marchando a 90º de la línea de la costa, roba de las playas todas las arenas.

Las lexicografías “verticales y transversales” son de los mecanicistas; pero como pertenecen al rubro de los flujos “turbulentos” se las escucha en boca de muy pocos, al no saber cómo lidiar en su modelos matemáticos con ellos.

Esa salida encubierta, la que se gesta en esa fracción de los providenciales 300 mts que asigna el decreto, es la que evita -si no tocan su perfil natural, ni con motoniveladoras, ni con forestaciones de fijación-, es la que evita, repito, la mutación de las arenas de las playas.

Así de sencillo resulta con las imágenes estos fenómeos de expresar; pero no por ello menos difícil de lograr modificar las primarias cosmovisiones mecanicistas ancladas en el medioevo -que aunque ya bastante aleladas de no dar en la tecla-, cuidan las academias.

Resumen: Existe una franja de playa que sigue a la línea de demarcación de las más altas crecientes que debe permanecer en el dominio público del Estado porque es parte del vital e irremplazable enlace ecosistémico que solicita que en ese antiguo seno entre los dos últimos cordones emergidos se colecten los escurrimientos territoriales. En definitiva, son suelos que no pueden modificarse, o alterarse so pena de consagrar la muerte de las playas por el robo entonces inevitable de sus arenas.

Mis conclusiones para esta laguna Garzón comienzan por solicitar se funde en el frente marítimo, para este caso: dominio público mínimo de 220 mts -que en otras situaciones no debería ser menor a 300 m-, ; preservando o reconstruyendo el seno del antiguo cordón litoral emergido y cuidando que no tenga salidas directas al mar, otras que por infiltración.

La calle tal vez quepa dejarla donde está y experimentar sus resultados tras asegurar que sus pendientes vayan hacia el interior y no hacia el mar. A continuación iría perfilado el seno del que hablamos.

Por pertenecer a Natura, los discursos de sustentabilidad de los famosos mercados, aquí abstenerse de enunciar bocado por más delicado que venga preparado por el marketing.

Las playas de estacionamiento queden fuera de esta zona o acepten la condición natural del suelo sin tratamiento alguno de impermeabilización, ni fijación con arbustos, ni nativos, ni exóticos.

Resolver la cuestión de la curva del cordón de salida hacia el Norte cuidando la delicadeza de sus perfiles de borde.

No tengo experiencia para mentar cuál de los factores que intervienen en estos enlaces tiene mayor importancia. tan sólo se que todos ellos la tienen. Y que basta la ausencia de uno, cualquiera de ellos, para que todo el ecosistema fracase.

Deriva litoral, salida tributaria, cordón litoral y la renovada actividad sedimentaria de bordes cuspidados que eternamente ha bordado el soporte más sólido para facilitar sus enlaces y cuidados, reclaman la pasión y perseverancia par asistir durante unos cuantos años la formación de salida de la curva del cordón, estimulando su correcto funcionamiento.

Aprender de estas observaciones y cuidados; que no cuestan dinero pero llevan tiempo y bastante sinceridad, obligan a no mezclar cuentos ligados a otros intereses de los que querrían por ejemplo, instalar un quiosco en ese lugar para vender refrescos.

El puente háganlo donde les parezca, tratando que sea angosto de manera tal que proyecte las menores sombras imaginables en el agua. La orientación y altura será el aporte más sencillo y directo para formular proyecto.

Eviten toda columna en el agua. Será un poco cara la solución; pero así resultará más sencillo no ofrecerlo como regalo. Cobrar peaje invitará a un uso y tráfico limitado y a buscar alternativas para el tráfico pesado que no necesita pasear por la ribera del mar. Con los años se advertirá si esas restricciones fueron prudentes o insuficientes. Por el momento todas las lagunas, sus salidas al mar y la deriva litoral que la que depende la Vida de las playas, están sin excepciones, en crisis mayúscula bien advertible por la velocidad de los deterioros.

Ninguna de las propuestas de cuidado ha dado resultado para invertir estos procesos. Tal vez hayan evitado mayores daños, pero por el momento, todos estos ecosistemas están bien enfermos. Las playas al Norte y al Sur de Garzón lo prueban. Y no basta con el status quo que impone la Comunidad de José Ignacio con respecto al puente para poner en miradas mucho más originales al problema; que bien vasto en complejidad y extendido en territorialidad, aquí se manifiesta

La dinámica de estas lagunas regala ejemplos para nutrir la imaginación más adormecida; y es aliento para poner atención de los más despiertos alrededor de estos enlaces termodinámicos, principio solariego de cualquier ecología de ecosistemas.

Dedicaré otros hipertextos a estas lagunas atlánticas para mostrar las debilidades que el hombre les consagró sin otro criterio que el más ávido uso del suelo, como si de estas riberas fueran sus dueños y sólo contaran sus populosos sueños. Donde haya acantilados, hagan lo que les plazca. No así donde haya playa.

Agradezco a mi Querida Musa Alflora Montiel Vivero las luces que iluminan el Alba de los sueños.

Francisco Javier de Amorrortu, 13 de Julio del 2011